PROYECTO DE MUSEO
EL PASADO DE UN PUEBLO.
Recreando la vista a través de esta virtual exposición, podemos hacer un recorrido por la vida diaria en la villa y en el campo de Yunquera. Una forma de vida que ha desaparecido para no volver. Si en este pueblo se desea crear un museo que refleje la realidad etnológica de aquella época, es imposible prescindir de este arsenal de material coleccionado por un vecino del pueblo Pedro Pablo Taracena. Muerto prematuramente su hermano Juan Taracena custodia su legado. Sería muy importante para los niños y jóvenes de ahora y para un futuro, disponer de una exposición que dé testimonio del pasado del pueblo y de sus gentes. Cómo labraron las tierras nuestros abuelos y bisabuelos y cómo lavaban la ropa las mujeres de entonces. Sobre esta colección, urge su implantación, catalogación y sobre todo escribir el contexto de la utilización, que en su día, se daba a este material. Aún estamos a tiempo de recuperar la memoria de muchos protagonistas directos de aquellos trabajos y de aquella forma de vivir. Si la demora es grande, no sabremos cómo se usaba la zoqueta del segador o cómo se injertaba una vid.
El recorrido a través de este vasto material, es desde todos los puntos de vista, apasionante. Desde el voltímetro limitador de tensión de los primitivos receptores de radio, hasta el palanganero utilizado para la higiene personal, cuando no había agua corriente, pasando por una jaula para mantener una perdiz, anatómicamente fabricada para esta ave. Desde un serón o unas aguaderas, para acarrear agua o transportar fruta o alfalfa, hasta un arado cultivador de patatas o habas, un rastrillo utilizado en la era, pasando por un carro de madera tirado por mulas y un sinfín de aperos de labranza.
Estos utensilios, ocultan un sinfín de localismos utilizados por la tradición lingüista de las gentes de este pueblo: La arbeladora en lugar de aventadora, utilizada para aventar. El bielo, utilizado para cargar paja, reemplazando la palabra bieldo que sirve para bieldar o beldar, que es la acción de aventar. Un jarampial se denominaba a un terreno donde abundaban las piedras, es decir, un pedregal. Una losa, cuando se quería nombrar a la tabla de madera para lavar la ropa. Una losa siempre es de piedra o mármol. Al cantueso, los yunqueranos lo llamaban cantigüeso. Voltear las campanas para los jóvenes de Yunquera era bolear. Los tiernos cardos pequeños, preparados como verdura, se solían denominar, caíllos. A los advenedizos, se les llamaba venedizos. Otras palabras usadas por las gentes del pueblo, lejos de ser localismos, eran acepciones poco utilizadas en otras regiones, pero muy bien aplicadas aquí: Los recogeabuelos, las cortes para encerrar a los cochinos. El cocedero, donde cuece el vino, etc. Otras expresiones reflejaban los trabajos de mujeres y hombres del pueblo: “Dar un ojo a la ropa”. “Repasar la ropa”. “Echar la ropa al sol” o “solear la ropa”, en sustitución de la lejía. “Quitar la pepita a las gallinas”. “Capar a los pollos", “Llamar para amasar”. “Ir a pedir agua”. “Ir al campo para todo el día”. “Sacar las cortes”. “Echar de comer a los bichos” y “desmotar judías”, entre otras.
PROYECTO DE UN MUSEO ETNOLÓGICO.
Instalaciones. El lugar que albergue esta exposición debe de tener una imagen vetusta, austera y debe de conservar, en lo posible, huellas de la peculiar, construcción de antaño. Adobes, tierra prensada, paredes de ladrillo con cuarterones de tierra, techos de madera y cañizo. Interiores de yeso fino, sin pintar. Una casa de labor conservada o restaurada, sería lo más genuino.
Secciones. Todas las piezas de la colección deben de agruparse con criterios de utilización. Cada área de trabajo estará comprendida por los utensilios que se usaban para desarrollar las tareas del campo y de las casas del pueblo. Ejemplos:
La era.
El campo.
La cuadra.
La casa.
El corral.
El lavadero.
El pajar.
El granero.
Cada sección debería tener una introducción explicativa y cada pieza una etiqueta, mencionando: El nombre, su utilización; aclarando si esta herramienta era de uso individual o necesitaba el concurso de otra persona o la tracción animal.
Catálogo. Una selección de las ilustraciones más significativas, configurarían una muestra reflejo del conjunto del museo. En este catálogo se incluirían textos de apoyo a las piezas expuestas, donde quedaría constancia del valor etnológico de la exposición.
Visitantes. Este museo, patrimonio de la villa de Yunquera, estaría al servicio de las Escuelas Públicas del pueblo. Allí los escolares conocerían cómo era su pueblo antes. También a escala provincial aportaría las herramientas y utensilios utilizados en los pueblos de la comarca de La Campiña. Esta exposición estaría a disposición de cualquier visitante del pueblo como complemento y aportación a su patrimonio artístico.
Titularidad. Estas colecciones si son privadas, su catalogación, conservación y su exposición pública, están limitadas al esfuerzo del coleccionista, siempre digno de encomio, pero limitado. Otros conjuntos de obras fueron legados por los coleccionistas para ser explotadas y conservadas con titularidad pública. Aunque los derechos de propiedad seguían siendo privados. Las fundaciones cumplen en estos casos el mecenazgo de las piezas a conservar, sin ánimo de lucro. No obstante, la titularidad pública como gestora y conservadora del patrimonio de un pueblo, es la garantía de presente y de futuro. Cualquier forma que se adopte, el resultado debe de ser, el sacar a la luz pública el ingente esfuerzo que año tras año, pieza a pieza, estos vecinos del pueblo, han logrado coleccionar. Esta muestra, como otras, puede ser itinerante. Su logro dependerá de la vocación cultural y de la sensibilidad del Ayuntamiento por conservar el patrimonio legado de su pasado.
Museo virtual en construcción de la vida doméstica, rural y agrícola de la Villa de Yunquera.
Fotografía Nº 2: Sillines para mulas de varas.
Fotografía Nº 5: Recipiente de envasar patatas.
Fotografía Nº 6: Carretilla y cántaros de agua. Diferentes colleras.
Fotografía Nº 7: Tillo de piedras de pedernal.
Fotografía Nº 8: Bieldos y horcas.
Fotografía Nº 9: Escena de la trilla.
Fotografía Nº 10: Farol y candil.
Fotografía Nº 11: Arados y vertederas.
Fotografía Nº 12: Balancines para el tiro.
Fotografía Nº 13: Cribas, cedazos, guadaña y angueras.
Fotografía Nº 14: Máquina de aventar.
Fotografía Nº 15: El perro guardián del hato y amigo inseparable del labrador.
Fotografía Nº 16: Rueda de carro de madera con aro de hierro.
Fotografía Nº 17: Cabezales y yugo.
Fotografía Nº 18: Ventana de un establo.
Fotografía Nº 19: Hoyas de chorizos y garrafas de aceite.
Fotografía Nº 20: Cuernos para jugar a los toros.
Fotografía Nº 21: Jaula de perdiz.
Fotografía Nº 22: Trébedes, sartenes y fuelles. Aparatos de radio.
Fotografía Nº 23: Palanganas, jarras y ensaladeras de porcelana.
Fotografía Nº 24: Diversas romanas de pesar.
Fotografía Nº 25: Diferentes marcos de ventana en madera.
Fotografía Nº 26: Aguaderas de esparto.
Fotografía Nº 27 Espuerta.
Fotografía Nº 28: Balanza.
Fotografía Nº 29: Los ganchos y la pesa de una romana.
Fotografía Nº 30: Lavabo de la época.
Fotografía Nº 31: Detalle del pedrerio anclado sobre la madera del trillo.
Fotografía Nº 32: Máquina de dar vuelta a la parva.
Fotografía Nº 33: Báscula
Fotografía Nº 34: Arado.
Fotografía Nº 35: Vertedera. El gato.
Fotografía Nº 36: Collerón.
UTENSILIOS DE LA CASA DE LABOR